Discapacidad:
.-I-.

En este número de Red Social de Tijuana nos ocupamos de las discapacidades y la conclusión es clarísima: La dignidad humana y la solidaridad de todos –de los gobiernos y de la sociedad– nos exige, absolutamente a todos, considerar a la persona con capacidades reducidas en algún aspecto, con toda la infinita dignidad que tiene su condición de personas. Nada de despreciar al que tiene la visión disminuida o al ciego. Tampoco al sordo o al mudo. Ni tampoco al sordomudo. Todos somos humanos con igualdad en derechos humanos, por el hecho de haber nacido. Esos humanos con distintas capacidades a las nuestras tienen el derecho a que todos nos preocupemos y nos ocupemos de ellos. Deben poder trabajar y descansar. No deben ser discriminados por su debilidad. Incluso los que tienen el síndrome de Down; o algo tan diferente como la parálisis cerebral o alguna otra limitación en sus facultades e –incluso los locos–, tienen el derecho a nacer y a ser queridos por sus progenitores y por todos sus semejantes. Si ya han sido concebidos y están en proceso de nacer, por ese sólo hecho, tienen derecho a nacer y a ser objeto de amor por todos sus semejantes, sin que haya ningún pretexto para abortos o eugenesias. Ni darwinismo social que selecciona razas o clases, supuestamente puras; o seres pretendidamente modelos. Ni discriminación para ninguna persona, por limitada que se encuentre o que parezca ser por cualquier otra causa que se pretenda alegar.
-.II.-
En este año nuevo lo hipermoderno, (1) es la civilización de la muerte que está respaldada por las siguientes características en la forma de vivir y de pensar de tantos y tantos discapacitados para vivir humanamente:
1.- Va en declive de la noción de comunidad se favorece un individualismo extremo. Asistimos hoy a un individualismo fuerte, enfermizo y mortal para las relaciones humanas interpersonales.
2.- Es el individualismo narcisista, en que la persona se desarrolla en círculos exclusivos, que van erradicando la responsabilidad social. Sólo se vive de cara a intereses poco éticos, frecuentemente, mezquinos. Las relaciones matrimoniales, familiares, cívicas, políticas y amistosas, en general, son efímeras se crearon para autodestruirse; y sí, muy pronto se acaban, no pueden durar.
3.- El aislamiento de esta época elimina al prójimo como tal. La otredad, o no existe, o es un concepto opaco o deformado. Se vive entre huraños. Puedo tener tres mil o más “amigos” en el Facebook, pero –por su número exagerado- no puede haber mayor trivialización del concepto de amistad que ese.
El catálogo de las características de tantos y tantos que viven inhumanamente, creo yo que tipifica al verdadero DISCAPACITADO: el humano que ha perdido la brújula de la fraternidad; que no quiere, o no puede, vivir reconociendo al otro como su prójimo.
¿Qué hacer para invitar a estos discapacitados a recuperar la fraternidad humana, el reconocimiento de la dignidad del otro y a ser congruentes con sus propias e irrenunciables aspiraciones de fondo que no pueden ser otras que la justicia y el amor?
Editorial publicado en enero 2013, en memoria del Lic. Javier Prieto Aceves, su autor.
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